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Sesenta días para el efecto Brasil

Estando a menos de sesenta días entramos en la recta final para las elecciones presidenciales de Brasil. El 7 de octubre se realizará la primera vuelta y el 28 el balotaje de lo que para muchos son sin dudas unas de las elecciones con mayor incertidumbre en la historia del país vecino.

No es para menos. El espectro de los candidatos abarca todas las ideologías políticas, y las encuestas anticipan un resultado muy parejo que se definiría en la segunda vuelta. Dentro de los favoritos encontramos a: Jair Bolsonaro (extrema derecha), Gerardo Alckmin (centro derecha), Marina Silva (centro izquierda), Ciro Gómez (centro izquierda) y Luiz Inacio Lula Da Silva (Izquierda).

 

A esta reñida contienda electoral hay que agregarle un componente que suma mucha incertidumbre. El principal candidato, Lula, aún se encuentra en prisión y el Tribunal Superior Electoral no se expidió respecto a su imposibilidad de participar de las elecciones debido a la ley “Expediente Limpio”. Con lo cual, todavía no se sabe si podrá ser votado o no el candidato que se encuentra primero en las encuestas.

Como si todo esto fuera poco hay que agregarle un último condimento a este cocktail de incertidumbre. Ninguno de los candidatos ha mostrado o explicitado su programa económico con el que intentarían revertir la anémica economía del gigante sudamericano.

Para poner en contexto, el PBI de Brasil se contrajo 3,5% en el 2015 y en 2016, dando lugar a la recesión más importante en mucho tiempo. El cambio de presidencia, con la entrada de Michel Temer en agosto de 2016, implicó numerosas reformas que han logrado revertir en parte esa situación, pero aún no han resuelto los problemas estructurales de dicha economía. Con estos cambios el PBI se recuperó 1% en 2017 y este año, tras numerosas revisiones en las proyecciones hacia abajo, con suerte terminaría el año creciendo un 1,7%. Sin dudas un crecimiento anémico.

En medio de este contexto, las incógnitas respecto al futuro de Brasil son muchas, tanto políticas como económicas. Y la implicancia para la Argentina no debe subestimarse, dada la importancia que tiene como principal socio comercial.

Si bien el comercio viene disminuyendo desde 2011, año en el que se inicia la caída de la actividad industrial local, su mercado sigue siendo muy importante para nosotros. Las exportaciones argentinas hacia Brasil tuvieron su apogeo en el 2011 y desde entonces comenzaron un notable descenso que solo se detuvo en el año 2017 cuando la economía brasileña dejó de caer. El escenario para este año nos indica que el volumen de exportaciones estaría creciendo de la zona de 9,4 mil millones a 10,6 mil millones de dólares, un número positivo desde el aumento, pero negativo respecto a los mejores números de años atrás.

En este escenario nuestra economía ha venido sintiendo el impacto de numerosos shocks internos y externos este año, y probablemente las elecciones brasileras representen otro difícil obstáculo que habrá que sortear. En este sentido, lo que sucederá en octubre definirá un nuevo rumbo para Brasil, un nuevo orden político y económico, y su relevancia será, sin dudas, muy importante para Argentina pensando en los próximos años.


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