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¿Qué está pasando en el mundo? Principales tendencias e impactos a nivel local

El estado de inquietud que están experimentando los mercados internacionales se podría englobar dentro de dos grandes tendencias, que están relacionadas entre sí: 1) incertidumbre económica y tensiones geopolíticas, que generan volatilidad en las bolsas globales y 2) expectativa sobre la decisión de política monetaria de la Reserva Federal (FED) y otros bancos centrales, que afectan la liquidez y el grado de exposición al riesgo.

Desde el inicio de su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, la política de Donald Trump estuvo marcada por una estrategia de imposiciones arancelarias a otros países, con los que mantuvo constantes negociaciones, contradicciones y entredichos. Haciendo un repaso general de lo que viene ocurriendo desde el 20 de enero, las principales negociaciones las mantuvo con Colombia (aranceles del 25% y 50% si el país no recibía a los ciudadanos deportados, que finalmente se dieron marcha atrás), con México y Canadá (aranceles del 25% a todas las importaciones), con China (arancel adicional del 10%) y con la Unión Europea (aranceles del 25% al acero y aluminio).

En los días posteriores Trump suspendió por 30 días los aranceles a México y Canadá, pero no los de China (a lo que este país respondió con nuevos aranceles a importaciones estadounidenses). Días después, los volvió a confirmar, pero redoblando la apuesta: anunció nuevos aranceles del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio de todos los países sin excepciones y hasta la probabilidad de aranceles recíprocos. En las semanas que siguieron los anuncios fueron muy contradictorios, muchos de ellos dándose marcha atrás en el mismo día, razón por la cual los mercados no terminan de comprender el rumbo de las políticas de Trump.

En este contexto, frente a los datos desalentadores del mercado laboral de febrero en EE.UU. (creación de empleo inferior a la esperada y aumento de la tasa de desempleo desde 4% a 4,1%) y una inflación que desaceleró desde 3% a 2,8% i.a., el presidente de la FED, Jerome Powell, aseguró que por el momento no hay urgencia en reducir la tasa de referencia de la FED, que la economía “se encuentra bien” pero mantienen cautela a la espera de más claridad frente a las políticas de Trump. Sin embargo, tres días después Trump declaró que la economía estadounidense está en un período de transición (no descartando la posibilidad de una recesión), lo que fue interpretado muy negativamente por los mercados.

Las bolsas globales se desplomaron al día siguiente, con tecnológicas liderando: Nasdaq -4% (la peor caída desde 2022), arrastrado por acciones como Tesla (-15,4%, con proyecciones a la baja), Nvidia (-5,1%) y Meta (-4,4%). A su vez, el Dow Jones cedió un 2,1%, mientras que el S&P 500 perdió un 2,7%. El índice de volatilidad (VIX) se mantiene al alza desde hace un mes atrás, que estaba en 15 puntos, y alcanzó los 27 puntos ese día, mientras el dólar continúa debilitándose (-5% en los últimos dos meses, a contramano de como inició el gobierno de Trump).

El incremento en la aversión al riesgo llevó a los inversores a refugiarse en activos más seguros, como el oro, que alcanzó ayer los 3.000 USD/onza, al mismo tiempo que la mayor probabilidad de recesión elevó las expectativas de que la FED pueda bajar la tasa y en consecuencia los inversores prefieran comprar más bonos del tesoro hoy para asegurarse cierta tasa, lo que hizo caer los rendimientos desde 4,7% en enero hasta 4,3% hoy.

Por otro lado, los datos económicos de China reflejan un debilitamiento de la demanda global. La actividad manufacturera y las importaciones del país continúan en descenso, mientras que la inflación registró una deflación del 0,7% en febrero (la primera en 13 meses). Ante este contexto, el gobierno chino apuesta por una política monetaria más flexible para alcanzar su meta de crecimiento del 5% anual.

En Europa, la desaceleración china y las tensiones comerciales con EE. UU. afectan sectores clave como la industria automotriz y manufacturera. Además, los efectos de la guerra en Ucrania continúan impactando la economía, con costos energéticos elevados y mayores gastos en defensa, lo que genera presiones inflacionarias, que siguen siendo monitoreadas por las autoridades. Si bien la semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) recortó la TPM 25 p.b. (al 2,5%, quinto recorte consecutivo) para impulsar la economía, las autoridades adelantaron que mantendrán cautela por la inflación y el impacto de la desaceleración global en la próxima reunión.

Ahora bien, ¿cuáles son los impactos a nivel local? En materia arancelaria, por el momento, los impactos son difusos entre sectores. Como se mencionó, los aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio, vigentes desde el 12 de marzo y aplicados a todos los países, incluida Argentina, afectarían principalmente a las empresas exportadoras de este sector. En EE. UU., el aluminio podría ser reemplazado por otros materiales, reduciendo la demanda y afectando la producción local. Pero por otro lado, quedará por ver cuál es el arancel final sobre los otros productos, en caso de que comiencen las negociaciones por los supuestos aranceles recíprocos que entrarían en vigor en abril.

Por el lado financiero, el mercado de valores argentino viene perdiendo fuerza (-11,9% en dólares CCL desde principio de año) –aunque condicionado principalmente por la incertidumbre en torno al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional– a diferencia del promedio de países emergentes, que crecieron 2,8% en el mismo período. Por otro lado, el petróleo registró una caída de 5,8% desde principio de año (condicionado en gran medida por las intenciones de Trump de impulsar la producción) y el maíz lo hizo en 3,3%, mientras la soja recupera lentamente y acumula 1,8%. Esto da cuentas de la menor demanda de activos en general, en un mercado estancado y expectante, a la espera de más claridad en el panorama internacional. Sin embargo, un dólar más débil a nivel global debería impulsar el precio de los commodities.

Por último, será clave seguir de cerca qué pase con la tasa de referencia de la FED, ya que, si la mantiene por mucho tiempo más en los niveles actuales, eso implicará un costo financiero más elevado y un menor flujo de capitales hacia mercados emergentes. Por el contrario, cuanto antes la FED recorte su tasa, esto podría dar un mayor impulso a los commodities, mejorando la expectativa del balance cambiario. En este sentido, el acuerdo con el FMI refuerza la confianza necesaria para poder acceder a los mercados de deuda cuanto antes.

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