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Primer dato: la Argentina está cambiando.

Las elecciones de medio término del domingo pasado han homologado el cambio. Solo cuando observemos este periodo de la historia a través del tiempo podremos entender la magnitud de los acontecimientos que están ocurriendo en todos los planos: políticos, económicos, sociales, jurídicos e institucionales.

La ratificación del proyecto político, tras el buen resultado electoral por parte del gobierno de cambiemos, terminó de consolidar el proceso de cambio por el que estamos atravesando. ¿Por qué es importante esto? Porque le da continuidad, previsibilidad y certidumbre al proyecto político, algo que hasta acá no teníamos. Esta condición es uno de los requisitos necesarios para poder encausar a la economía en un nuevo ciclo de crecimiento de mediano y largo plazo.

Segundo dato: la bomba no explotó.

A diferencia de la gran mayoría de los grandes procesos de nuestra historia, este cambio se está manifestando sin explosión interna. En el 2016 se evitó el colapso con mucha cintura y por la vía del gradualismo, el gran ganador de los primeros dos años de la gestión Cambiemos.

Está claro que todavía hay muchos desequilibrios macroeconómicos en todos los frentes, y el tejido social sumamente delicado. Hoy la política económica se desenvuelve a través de una dicotomía permanente entre intenciones y restricciones. Pero la no explosión no es menor, primero porque evitamos las dramáticas consecuencias económicas y sociales que una crisis genera, y segundo porque obliga a un mucho mayor grado de competencia y responsabilidad del gobierno en todos los frentes para llevar adelante una gran gestión. No nos sobra nada, y eso puede ser muy bueno.

Tercer dato: los mercados están hablando.

Siempre se dice que los mercados financieros se anticipan a los hechos. De alguna manera escriben la historia antes de que suceda. ¿Qué nos está diciendo?

Por un lado, el riesgo país, que es el spread de tasa de nuestros bonos soberanos sobre los bonos “libre de riesgo”, sigue mostrando una fenomenal disminución del riesgo argentino. Desde la zona de 1200 puntos básicos de riesgo país que teníamos hace cinco años, ha bajado a la zona por debajo de 400 puntos. Con estos valores hemos vuelto a los valores previos a los que teníamos en el 2007, momento en que se intervino el Indec y el modelo kirchnerista comenzó a perder el rumbo.

Todavía nos queda margen para seguir comprimiendo rendimientos de nuestra deuda para acercarnos al nivel que tienen nuestros vecinos de la región. Pero el proceso se identifica muy claramente con una tendencia a la baja muy significativa, que podemos esperar que se prolongue.

Por el otro lado, en el mercado accionario, el Merval en dólares se encuentra en niveles récord. Pasó de U$S 600 en el año 2012 a los valores actuales de U$S 1.600 de estos días, o sea, que se multiplicó por 2,6 en solo 5 años.

Este fenómeno trasmite la enorme confianza que tienen los inversores de cara a lo que se viene para adelante. Lo que están trasmitiendo a través de los precios es mayor nivel de actividad, de ventas y de rentabilidad de las empresas en el país.

La visualización de amabas series, riesgo país y Merval en dólares, describen el “momentum” a la perfección. La “tijera” del sector financiero está también vaticinando así, que podríamos estar entrando en una fase de crecimiento muy importante para el país.

El desafío es enorme, pero la historia nos está dando milagrosamente una nueva oportunidad para reinventar este país. Es un gran momento para cortar la historia y cambiar para siempre.


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