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Lluvia de importaciones: ¿mito o realidad?

Desde la salida del cepo cambiario, e intensificado con la llegada de la recuperación económica, muchas voces se han expresado preocupadas por el fuerte incremento de las importaciones. Más allá del debate teórico sobre comercio internacional subyacente, es bueno poner en contexto la actual dinámica de las compras al exterior para dilucidar si realmente los hechos configuran un escenario extraordinario en relación a los años recientes o no.

En el siguiente gráfico se presenta la íntima relación que existe entre la evolución del nivel de actividad interna y las compras de productos importados. Esta relación, conocida comúnmente como elasticidad ingreso-importaciones, se identifica en todas las economías del mundo por una simple razón: en su proceso de crecimiento los países necesitan adquirir productos del exterior ya que no existe ninguna economía que produzca internamente todos los bienes y servicios que consume y/o que intervienen en los procesos productivos de otros bienes.

Dependiendo del grado de apertura y especialización de la economía, esta relación será de diferente magnitud. Estimaciones propias nos indican que por cada punto de expansión de la economía argentina, la demanda de importaciones crece 3,5% aproximadamente. Es decir que, indefectiblemente, en un proceso de recuperación económica y crecimiento, las importaciones tenderán a incrementarse. En este sentido,  se observa que aquellos años en los que la economía ha experimentado períodos de contracción, las importaciones también han retrocedido, consistentemente con la elasticidad mencionada (señalados en rojo).

Particularmente, desde fines del año 2011 con el inicio del cepo cambiario y las trabas comerciales que fueron intensificándose con el correr del tiempo, la economía ha experimentado un casi total estancamiento en su nivel de actividad. A la multiplicidad de desequilibrios que se habían acumulado y que comenzaban a condicionar el ritmo de actividad, las trabas y complicaciones para acceder a productos importados (con el objetivo de contener el stock de reservas internacionales y el tipo de cambio fijo) también tuvieron un efecto negativo. Es decir que, parte del aumento de las importaciones que se observa en los períodos expansivos no son una consecuencia de la expansión sino un pre-requisito. Este es el caso de los bienes de capital, las piezas y accesorios y los bienes intermedios, todos ellos productos que ingresan al país como parte del circuito productivo. En este período de cierre de la economía, algunos bienes podrán ser sustituidos por otros de producción nacional de manera más o menos perfecta (generando más o menos ineficiencias), pero otros no podrán ser reemplazados, complicando el normal funcionamiento del proceso productivo.

Desde fines de 2015, con la desarticulación del cepo cambiario y de la mayor parte de los controles sobre el acceso al mercado importador, las compras al resto del mundo se descomprimieron dando lugar a un fuerte repunte de las importaciones, lo que fue catalogado por muchos como una “lluvia de importaciones”. Lo cierto es que si se observa el primer gráfico, la serie de las importaciones aún no ha vuelto al nivel alcanzado previamente a la implementación del cepo y los controles (año 2011). Observamos que, mientras el nivel de actividad interna ha superado (aunque mínimamente) los registros alcanzados a fines de 2011, las cantidades de bienes importados todavía son menores. Es decir que con una riqueza similar, la demanda por bienes importados es menor a la del 2011.

Esto implica que la dinámica reciente de las importaciones responde básicamente a la desarticulación de los controles sobre la balanza comercial. Una vez restituidas las condiciones normales, las cantidades importadas están volviendo al nivel consistente con el nivel de actividad económica.

Desde distintos sectores productivos se muestran cifras que arrojan crecimientos muy fuertes en la entrada de productos importados. Generalmente estos sectores son aquellos que más protegidos estuvieron durante la implementación de los controles cambiarios y comerciales, por lo que la base de comparación suele ser muy baja. Mirando números con un mayor nivel de agregación encontramos que, comparando el primer semestre de este año con el mismo período del año pasado, el crecimiento de las importaciones de bienes de capital fue del 10% y el de los bienes de consumo fue del 12,2%. Esto implica que el crecimiento de las importaciones se está dando tanto a nivel de bienes finales, directos para el consumo, como en bienes de capital, necesarios para incrementar el flujo de inversión y el stock de capital de la economía local.

 

 

Como ocurrió con gran claridad entre los años 2004-2011, si se busca mantener un proceso de crecimiento sostenido, es ineludible tener un crecimiento sostenido -y mayor- de las importaciones provenientes del resto del mundo. Así, la “lluvia de importaciones”, hasta el momento, no es más que la recuperación del nivel normal de compras al exterior consistente con el desmantelamiento de las trabas comerciales y el nivel de riqueza generado por la economía local; y deberá intensificarse en los próximos años consecuentemente con un nivel de riqueza mayor como el que se pretende conseguir.


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