Sobre el final de esta semana corta, se publicó el dato de pobreza del segundo semestre del año pasado. Con un 42% de pobreza total nacional, el dato generó cierta resonancia en la agenda pública porque representa el valor más alto de los últimos 15 años y muestra no solo el gran impacto de la pandemia y la cuarentena sino también el total fracaso del sistema político-económico del país para generar las condiciones de desarrollo social adecuadas en los últimos años. Desde el mínimo alcanzado en el año 2017, la tasa de pobreza creció más de 16 puntos porcentuales en el promedio nacional mientras que en el conurbano bonaerense el aumento fue de 21,5 puntos porcentuales al pasar de menos del 30% al 51%.
El panorama social luce más preocupante aún de cara a los próximos meses. Mientras que los ingresos reales de la población han estado cayendo en los últimos meses, como consecuencia de la aceleración inflacionaria y negociaciones salariales a las que se les intenta poner cierto techo nominal, es esperable que el nivel de empleo también sufra un nuevo impacto en los próximos meses como consecuencia de inminentes medidas restrictivas. La combinación de ingresos reales más bajos y menos cantidad de empleo daría como resultado mayor nivel de pobreza. El índice de evolución salarial del INDEC confirma este escenario. El último dato disponible, de enero, muestra un aumento del índice salarial del 29,6% interanual mientras que en el mismo período la inflación acumulada fue del 38,3%, casi 10 puntos porcentuales mayor.
En terreno positivo, el estimador mensual de actividad económica reflejó una continuación de la recuperación económica hasta el mes de enero, con un avance del 1,9% en relación a diciembre. De esta manera, el PBI se encontraría solo 2% por debajo de los niveles de enero de 2020 antes del shock del coronavirus. De todas maneras, es preciso destacar que esta recuperación continúa mostrando señales de debilitamiento en los últimos meses y semanas. El índice de actividad industrial de FIEL identificó una caída en el mes de febrero en relación a enero, mientras que por el lado de la demanda agregada es esperable que la pérdida de poder adquisitivo de salarios y transferencias comience a notarse en la evolución de la actividad agregada.
Con respecto al Banco Central y la política de “administración de divisas” en el día de ayer se aprobó una flexibilización de la comunicación A 7030 para permitir el pago anticipado cuando se trate de importaciones de bienes de capital. La norma facilita la importación de bienes de capital que deben ser producidos a pedido de la empresa que lo importa y representa una pequeña flexibilización respecto de los fuerte controles vigentes en el marco del cepo cambiario reimpuesto a finales de 2019 y que ha ido endureciéndose en el último tiempo.
Si bien las reservas internacionales están estabilizadas en torno a los 39.000 millones de dólares y la brecha cambiaria se ubica en los niveles más bajos de los últimos meses, hay que tener en cuenta que esta cierta estabilización cambiaria responde fundamentalmente a los fuertes controles para el acceso de la demanda por divisas, por un lado, y a las extraordinarias condiciones internacionales. En el día de ayer y a raíz de un nuevo informe del USDA, la cotización de la soja volvió a tomar impulso y sigue estando en niveles récord en los últimos años con un precio de casi 530 dólares por tonelada.
En el plano internacional, destacaron los avances de la actividad económica en Chile, Brasil y Perú países todos que mostraron niveles en enero iguales o superiores a los de un año atrás. Por su parte, tanto Colombia como la Argentina aún se ubicaban en niveles inferiores a los pre-pandemia. De todas maneras, si la evolución regional del coronavirus continúa empeorando, es esperable una interrupción/reversión de la recuperación económica en todos estos países.