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Finalmente llegó la noticia tan esperada por el mercado, la FED anunció el comienzo del Tapering, es decir, el proceso por el cual empiezan a retraerse los estímulos que fueron considerados necesarios para paliar los efectos de la pandemia, reduciendo el desempleo e impulsando la actividad económica. Como resultado de la dependencia del estímulo monetario sostenido en el marco de los QE (quantitative easing), los mercados financieros pueden experimentar una recesión en respuesta a la reducción, conocida como Taper Tantrum.

Sin embargo, los mercados accionarios no reaccionaron a la baja con la noticia. El Comité directivo de la Reserva Federal decidió comenzar a reducir el ritmo mensual de sus compras netas de activos en US$ 10 billion para activos del Tesoro y US$ 5 billion para valores respaldados por hipotecas. A finales de este mes, aumentará sus tenencias de bonos del Tesoro en al menos US$$ 70 billion y de valores respaldados por hipotecas en al menos US$ 35 billion. A partir de diciembre, las tenencias aumentaron a un ritmo todavía menor, de US$ 60 billion en bonos del Tesoro y de al menos US$ 30 billion por mes valores respaldados por hipotecas. De esta manera, se aleja del ritmo de compra promedio de US$ 120 billion, desde comienzos de la pandemia.

¿Por qué si esta expansión es favorable para la economía, se decide contraer los estímulos? Específicamente, la FED destacó la persistencia de la inflación, o por lo menos, puso en duda la transitoriedad destacada en los últimos comunicados. “Los sectores más afectados por la pandemia han mejorado en los últimos meses, pero el aumento de los casos de COVID-19 durante el verano ha ralentizado su recuperación. La inflación es elevada, reflejando en gran medida factores que se espera sean transitorios. Los desequilibrios de oferta y demanda relacionados con la pandemia y la reapertura de la economía han contribuido a aumentos considerables de precios en algunos sectores. Las condiciones financieras generales siguen siendo acomodaticias, reflejando en parte las medidas de política para apoyar la economía y el flujo de crédito a los hogares y empresas estadounidenses”. En línea con esto, Jerome Powell, destacó que es “muy difícil predecir la persistencia de las restricciones de oferta o sus efectos sobre la inflación”. Sin embargo, también destacó que el precio de los autos usados, que lideraba la suba de precios de los bienes, estaba ahora desacelerando.

El índice de precios al consumidor subió un 0,4% el mes pasado después de subir un 0,3% en agosto. Los precios de los alimentos subieron un 0,9% después de aumentar un 0,4% en el mes anterior. Esto marcó el mayor aumento en los precios de los alimentos desde abril de 2020, impulsado por un aumento en el costo de la carne. De esta manera, en los 12 meses hasta septiembre, el IPC aumentó un 5,4% después de avanzar un 5,3% interanual en agosto, todo un récord para la economía norteamericana.

Dado lo anterior, Powell destacó que hay que sostener la cautela e ir despacio. Es por ello que también se votó de manera unánime el sostenimiento de la tasa de interés de referencia en mínimos (0% y 0,25%). Aunque estas empezarían a aumentar a partir del año 2022 y continuaría su curso hasta el 2024, año en el cual todavía no alcanzaría los niveles de 2019. Cabe destacar que desde 2015, la Reserva Federal se encontraba en un contexto de alza gradual de tasas de interés, que fue dinamitado por la llegada de la pandemia del COVID-19. El mercado espera que la primera suba de tasas se concrete para mediados del 2022, para llevarla al rango de 0,25% – 0,5%.

En definitiva, el anuncio fue menos hawkish (contractiva) de lo esperado, dado que las compras de activos continuarán, aunque en menor medida, y el alza de tasas se mantendrá inalterado (decidido unánimemente). A su vez, el último dato de creación de empleos estimó un alza de 531.000 puestos de trabajo creados durante el mes, contra los 450.000 que esperaba el mercado y más aún en comparación con el dato del mes previo de 312.000 puestos. De esta forma, el desempleo pasó de 4,8% a 4,6%, resultando un dato alentador para la economía. La combinación de estos factores generó la reacción positiva de los mercados accionarios en Estados Unidos, que continúan en máximos, tras aumentar 2% en la última semana.

La cautela de la Reserva Federal será clave para dar señales menos negativas a las economías emergentes. Ante el panorama de mayor incertidumbre a nivel global y persistencia inflacionaria, las políticas de shock podrían generar efectos más negativos ante la búsqueda de resguardo en activos globales de bajo riesgo. De todas formas, el panorama externo para la Argentina en 2022 será más desafiante frente a precios de commodities agrícolas que se mantendrán alejados de los máximos y los energéticos que, aunque mermen en su avance, se mantienen en precios elevados, complicando nuestro sector externo. La suba de tasas a nivel global es un hecho del cual Argentina no es ajeno y este escenario profundiza su tasa real negativa, que pone en jaque nuevamente al Banco Central.

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