Invecq Consulting

Desde hace ya varios meses hemos venido alertando que todos los indicadores de actividad económica del 2021 deben leerse con cuidado y desde distintas perspectivas para no cometer errores de diagnóstico sobre la evolución de la economía. Dada la fuerte recesión experimentada desde fines de marzo del año pasado como consecuencia de la cuarentena absoluta, casi sin excepción cualquier dato de este año, en comparación interanual, lucirá positivo.

En las últimas semanas se han difundido algunos datos que sirven de ejemplo: la actividad del sector hotelero y de los shoppings. En el mes de marzo, ambas mediciones llevadas a cabo por el INDEC muestran una variación positiva del 2,2% para las pernoctaciones hoteleras y del 60% en las ventas reales de los shoppings en todo el país. Sin embargo, comparando los niveles de actividad de los sectores con el último marzo “normal”, el del año 2019, se verifica que ambas actividades aún se encuentran deprimidas: las pernoctaciones hoteleras son 50% inferiores y las ventas en los shoppings permanecen 30% por debajo de aquel valor. ¿Qué valores entonces son los que hay que mirar? Ambos son verdaderos y aportan información, pero hay que tener en claro qué es lo que informa cada uno para no llegar a conclusiones equivocadas.

Estas particularidades del año pasado y del presente llevan a que aún si la producción anual de todo el país no creciera nada a lo largo de los 12 meses del 2021, al comparar el promedio anual producido con el del año pasado, observaríamos un “crecimiento” del 6%. Esto es lo que se conoce como arrastre estadístico y puede llevar a confusiones en el diagnóstico de la evolución económica para el observador poco entrenado. Para evitar estos errores lo correcto es observar la dinámica de las variables de interés de manera desestacionalizada, aunque en muchas oportunidades no están disponibles. En este caso otra opción útil es hacer comparaciones interanuales con base en el último año “normal”. Así podremos verificar si la actividad económica está a niveles similares, superiores o inferiores que los de 2019, el año pre-pandemia. En el siguiente gráfico se puede observar la variación porcentual interanual pero siempre en comparación con los datos del 2019: así tanto a marzo del 2020 como a marzo del 2021 lo comparamos con marzo del 2019. Junto a esta serie (cuyos datos están disponibles hasta marzo) graficamos otra que replica la evolución en relación al 2019 de la recaudación de tres impuestos muy ligados a la actividad económica. Como puede verse, para el período en que se muestran ambas series, la correlación es notoria.

El dato de marzo mostraba que la actividad económica se encontraba 1% por debajo del valor registrado en marzo 2019, lo que parecía indicar que la economía estaría funcionando a un nivel muy similar al de pre-pandemia. Sin embargo, los datos de la recaudación de abril y mayo mostraron un quiebre en la tendencia de recuperación que están adelantando datos negativos de actividad para estos meses. Este proxy de actividad estaría indicando un detenimiento e incluso una reversión de la tendencia de recuperación económica en los últimos dos meses: la actividad estaría cayendo, otra vez. Con absoluta seguridad la comparación respecto a 2020 del bimestre abril-mayo dará números muy positivos ya que la base de comparación es el peor momento de la cuarentena. De aquí la utilidad de mirar el indicador en relación al 2019 para identificar que la recuperación no solo no continuó, sino que se habría revertido y la economía estaría transitando por estos días un nuevo ciclo de contracción económica.

Estas conclusiones no se basan exclusivamente en la observación de una correlación de series de datos “en el vacío”. Por el contrario, dicha observación se inserta de manera consistente en el actual contexto de mayores restricciones a la movilidad de las personas y a la actividad económica de varios sectores que se implementaron desde fines del mes de abril. En el siguiente gráfico podemos verificar otra correlación importante. Es una obviedad, pero la gran caída del PBI que en abril del 2020 llegó al 26% con respecto al nivel de enero (un cuarto de la economía nacional se paró por completo) fue consecuencia de las medidas de aislamiento estricto que implicaron una reducción en la movilidad de las personas del 65% comparando el promedio de abril con el promedio de enero 2020.

De la misma manera, a medida que a partir del mes de mayo las restricciones comenzaban a relajarse, la actividad económica empezaba a salir del pozo y a normalizarse. En este contexto, los datos de abril y mayo mostraron una nueva reducción de la movilidad de las personas, lo que indudablemente tendrá algún impacto negativo en la evolución de la actividad económica. Aunque no pueda establecerse la magnitud exacta del impacto es muy improbable que, ante esta nueva ola de infecciones y restricciones, la actividad económica se esté contrayendo nuevamente. Incluso los datos más actualizados de países de la región como Chile demuestran que el regreso a las medidas restrictivas interrumpió la recuperación que venían experimentando. Aún considerando que el sistema productivo ha experimentado cierto proceso de adaptación a la virtualidad en el último año, nuestro país no será una excepción.

Este breve análisis pone de relieve una vez más la importancia no solo sanitaria sino económica de la campaña de vacunación. Aquellos países que han podido gestionar de manera más eficiente la adquisición y aplicación de vacunas podrán dejar atrás las medidas de restricciones a la movilidad más tempranamente que aquellos cuyo desempeño no ha sido tan bueno. En este sentido, el caso argentino es uno de estos últimos. Con menos del 7% de la población total vacunada con dos dosis, se encuentra en el puesto 55° en el ranking mundial de vacunación lo que implica en términos económicos que la recuperación de la actividad, de las más golpeadas del mundo durante el año pasado, se choque con períodos de detenimiento y retroceso, llevando más tiempo y dejando más efectos permanentes que en el resto del mundo.

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