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Una muestra del impacto en el mercado laboral

En la semana se dieron a conocer los datos sobre la evolución del mercado laboral de la Ciudad de Buenos Aires durante el segundo trimestre del año. El fuerte impacto que acusaron las tasas de actividad, empleo y desocupación en la ciudad capital son una muestra adelantada de lo que reflejarán los datos del INDEC para todo el país en los próximos meses.

Desde luego que tanto la intensidad de la pandemia como la rigurosidad de las medidas de confinamiento y aislamiento hicieron de la Ciudad de Buenos Aires el distrito más castigado en términos económicos, por lo que no debe pensarse que la dinámica laboral en el resto del país se replicará de forma exacta. Sin embargo, haciendo esta salvedad, puede ser útil observar datos locales para hacerse una imagen (aunque imperfecta) del impacto que recibió el mercado laboral en su conjunto como consecuencia de la crisis del coronavirus.

Comparando los meses de abril, mayo y junio de este año con los del año 2019, se observa que en la Ciudad de Buenos Aires la tasa de desempleo pasó del 10,9% al 14,7%. Sin embargo, un análisis más rico surge cuando se complementa el crecimiento del desempleo con el colapso que mostraron las tasas de actividad (personas que trabajan o buscan trabajo) y de ocupación (las que efectivamente tienen un empleo). La tasa de actividad pasó del 56,8% al 46,9% y la tasa de empleo bajó del 50,6% al 40%.

 

En términos concretos, la caída de más de 10 puntos porcentuales en la tasa de ocupación implica que de los más de 1.550.000 porteños ocupados en el segundo trimestre del año pasado, se perdieron casi 323.000 empleos al registrarse algo menos de 1.230.000 porteños ocupados en el segundo trimestre del 2020. Esto significa que, en relación al año pasado, en el segundo trimestre desapareció el 20,8% de los empleos en la Ciudad. Una parte de esta destrucción de empleos explica el aumento de la tasa de desempleo, pero otra gran parte fue a parar directamente a la inactividad como consecuencia de la imposibilidad de llevar a cabo una ocupación y de salir a buscar un nuevo empleo durante la vigencia de las medidas de aislamiento. Analizando la caída del empleo se observa que el mayor impacto, como era de esperar, se encuentra en los trabajadores cuentapropistas (-32,8%) mientras que los patrones y los asalariados tuvieron una contracción interanual menor, del 17%.

Las dos preguntas que se disparan desde este punto son: qué pudo haber pasado en el mercado laboral total del país en el mismo período y qué puede esperarse hacia adelante en relación a la evolución de la ocupación.

Con respecto al mercado laboral general, como se aclaraba en la introducción, todo indica que CABA fue el distrito más golpeado por la coyuntura por lo cual cabe esperar que el resto del país, también afectado, haya sufrido el shock con una intensidad bastante menor. Sin embargo, también es cierto que el peso relativo que tiene la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires en el total del país, como consecuencia de la concentración demográfica, implica que lo que ocurre en estos distritos tenga una relevancia mayor para el estado total del mercado de trabajo.

Aun suponiendo que a nivel país el impacto sobre la ocupación total haya sido considerablemente menor que en la Ciudad de Buenos Aires, es muy probable que entre los meses de abril y junio más de un millón de personas que tenían una ocupación la hayan perdido. Al igual que lo ocurrido en Capital, probablemente las estadísticas nacionales no vayan a reflejar todo este flujo de empleos perdidos en la tasa de desocupación, sino que gran parte se convirtieron temporalmente en inactivos.

Con respecto a lo que puede esperarse en el futuro próximo hay dos factores contrapuestos. El primero, y más importante, es el levantamiento o relajamiento de las medidas de confinamiento, que automáticamente implicarán el regreso a la actividad laboral de muchos trabajadores que no tuvieron otra opción que permanecer aislados en sus casas durante la mayor parte del segundo trimestre. Este factor tendrá como consecuencia una mejora de las tasas del mercado de trabajo.

Sin embargo, por otro lado, los ingresos no generados durante estos meses impactarán indudablemente en una demanda agregada más débil durante los próximos meses. Es decir que la habilitación para el retorno al mercado laboral de muchos trabajadores es una condición necesaria pero no suficiente para recuperar sus empleos; ya que si la demanda por los bienes y servicios que esos trabajadores prestaban antes de la cuarentena permanece deprimida (como consecuencia de la reducción del ingreso disponible) tarde o temprano se sentirá el impacto en el mercado laboral.

Es justamente este escenario al que muchos funcionarios del gobierno pretenden responder con una política económica activa de fuerte impulso a la demanda agregada. Sin embargo, los enormes desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios que acumuló la macroeconomía en estos meses configuran un cóctel de alto riesgo para el activismo en materia de política económica. Si esto no es percibido o es minimizado por el equipo económico, el daño general y en el mercado laboral en particular podría ser mayor.

 

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