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Se detiene la recuperación industrial

La recuperación de la actividad industrial que había comenzado a registrarse desde el mes de mayo se interrumpió en agosto. En el octavo mes del año, el INDEC relevó una caída desestacionalizada respecto de julio del 0,9% y un nivel 7,1% menor al del mismo mes del año pasado. Así, luego de contraerse fuertemente en los meses de marzo y abril, como consecuencia de las medidas de aislamiento, y encadenar tres meses consecutivos de rebote, comienzan a aparecer las primeras señales de debilidad. Es preciso señalar que, a diferencia de julio, en el mes de agosto no ha habido nuevas retrocesos en el proceso de flexibilización del ASPO. Por el contrario, la apertura de algunos rubros y la movilidad de las personas ha aumentado a lo largo del mes.

Haciendo una simple comparación internacional se pueden señalar algunos elementos interesantes. En primer lugar, de los diez países presentados en el gráfico solo dos han tenido una variación de la actividad industrial negativa en el mes de agosto: Argentina (-0,9%) e Inglaterra (-0,2%). En el resto de los países la actividad continuó recuperándose o se mantuvo estable.  En segundo lugar, el nivel de actividad actual de la actividad industrial con la registrada en el mes de febrero, el promedio arroja una caída del 5,5% y Argentina se encuentra (con un nivel 7,5% inferior) en el grupo que cae más que el promedio. En tercer lugar, de los tres países que tuvieron caídas más profundas en el mes de abril (Italia, Francia y Argentina) solo Argentina ha interrumpido su recuperación en agosto. Esto es llamativo ya que es esperable que aquellos países donde la actividad se detuvo con mayor intensidad sean también los que, una vez levantado el aislamiento, se recuperen a una mayor velocidad. El caso de Italia es particularmente revelador, ya que fue el que más caída mostró en abril y el que más rápida recuperación está teniendo al punto tal de encontrase en el mes de agosto un 1,6% por encima al nivel de febrero (una recuperación tipo “V”).

Como lo hemos señalado en otras ocasiones, quizás la principal diferencia entre el resto de los países del mundo y la situación local sea el horizonte a futuro. Si bien el plano fiscal ha mostrado un marcado deterioro en todo el planeta, el nivel de desequilibrios monetarios y cambiarios, como consecuencia del desarreglo fiscal, es una característica exclusivamente argentina. Y es ese deterioro de expectativas a futuro lo que está generando la interrupción de la recuperación económica que casi de forma natural debía darse a medida que se flexibilizara la actividad económica.

En el sector de la construcción, las estadísticas oficiales de agosto también mostraron una interrupción de la recuperación. El ISAC tuvo una variación negativa del 1% en relación a julio y una profundización de la contracción interanual desde el 12,9% al 17,7%. Sin embargo, el índice construya de septiembre estaría indicando una reanudación del crecimiento de las ventas de materiales para la construcción. De todos modos, no hay que perder de vista que tanto el ISAC como el índice construya son indicadores indirectos de la actividad de la construcción, que en realidad miden la evolución de las compras-ventas de materiales e insumos para la construcción. De ahí que esa discrepancia con el EMAE-Construcción (que también tiene en cuenta los puestos de trabajo existentes en el sector) se explique muy probablemente por un comportamiento precautorio de agentes privados que están stockeando materiales de la construcción, debido a las expectativas devaluatorias e inflacionarias existentes. Es decir que si bien puede estar habiendo una recuperación rápida de la compras de insumos para la construcción, no está teniendo la misma velocidad de recuperación la actividad real de la construcción medida como obras efectivamente llevadas a cabo.

Nuevamente, las expectativas a futuro están jugando un rol fundamental que debe ser tenido en cuenta a la hora de interpretar los resultados de los indicadores de coyuntura económica. Como lo señaláramos en la nota de la semana pasada, los últimos anuncios del gobierno reflejan una ausencia de diagnóstico respecto de la gravedad que reviste la situación macroeconómica argentina. Si no se observa un giro relevante en la actitud del equipo económico, es solo cuestión de tiempo para que el pesimismo sobre el futuro se haga realidad en el presente.

 

 

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