Invecq Consulting

Como era de esperar, con los datos de actividad del mes de abril se verificó que la recuperación económica solo había sido interrumpida en marzo, pero no estaba finalizada. Los movimientos bruscos en el tipo de cambio, que comenzaron a percibirse hacia mediados de febrero y que terminaron recién a fines de abril con el cambio en el esquema de intervención del BCRA, fueron la causa directa del detenimiento de la recuperación económica que había comenzado tímidamente en diciembre del año pasado.

La volatilidad cambiaria, sumada a la concentración de ajustes tarifarios en el tercer mes del año resultó en una importante aceleración de la tasa de inflación mensual que golpeó a los ingresos reales. A su vez, la cosecha récord que es el factor principal de la recuperación que estamos atravesando, aún estaba terminando de alistarse o bien recién comenzaba a ser levantada, por lo que no impactaba en los datos de actividad del INDEC.

En abril, ambos elementos cambiarían de sentido. Si bien el tipo de cambio aún no estaba estabilizado, los movimientos habían sido menores que en marzo, la inflación había bajado del 4,7% al 3,4% y los indicadores de la industria, construcción y energía mostraban una recuperación luego del golpe de marzo. Si a ello se adicionaba el “empujón verde” de la cosecha que comenzaba con el maíz y continuaba con la soja, derramando sobre otros sectores como el transporte, era altamente probable que en abril el índice de actividad mostrara una recuperación respecto a marzo. Y así fue; eliminado los factores estacionales en el cuarto mes del año la economía avanzó 0,8% en relación a marzo.

Con los meses de mayo y junio ya terminados, no quedan prácticamente dudas de que el trimestre completo mostrará una recuperación respecto a los primeros tres meses del año pudiendo eventualmente postularse como un punto de inflexión en el ciclo económico recesivo que comenzó el año pasado.

Los dos meses que han transcurrido se caracterizaron por una estabilidad cambiaria que no se observaba desde hace mucho tiempo, que incluso en las últimas semanas implicó una importante apreciación del peso. Con esta dinámica del dólar es esperable que continúe la reducción de la inflación y la recuperación de los ingresos reales. El índice de confianza del consumidor ha registrado un crecimiento del 6% en mayo y del 11% en junio y se encuentra un 12,7% por encima que a fines del 2018. A su vez, el efecto de la cosecha récord continuará impactando en los números de mayo, junio y julio de forma directa.

Las exportaciones de mayo superaron los 6.000 millones de dólares, un valor que no se obtenía para este mes desde el año 2015. El crecimiento del volumen exportado en relación al mismo mes del año pasado fue del 35%, un dato que quedó algo opacado por la caída de los precios internacionales. A su vez, en la serie desestacionalizada las ventas al exterior crecieron 4% respecto de abril y las importaciones dejaron de caer. Todos indicios de que la recuperación recientemente recuperada, luego del tropiezo de marzo, tendría continuidad.

Con todos estos datos en el radar, sin embargo, no hay que perder de vista que la economía argentina aun esta muy expuesta a los riesgos internacionales y locales. Cualquier cambio en las condiciones financieras internacionales golpearía a la economía local. Del mismo modo, el factor político interno es la espada de Damocles sobre la recuperación. Si el clima de relativo optimismo que se ha instalado desde el anuncio de la formula oficial fuera opacada en las próximas semanas por eventos negativos para la intención de votos del oficialismo, la economía podría volver a sufrir importantes turbulencias que, a su vez, compliquen las posibilidades reales de una victoria oficialista en las elecciones.

En términos concretos, la economía muy probablemente este terminando de atravesar un trimestre positivo luego de 5 trimestres recesivos. Sin embargo, el único sector con fundamentos solidos de crecimiento es el sector agroindustrial. Todo el resto de la economía transita una recuperación “atada con alambres” hasta tanto se despeje la incertidumbre electoral. En caso de que el desenlace sea positivo para el oficialismo esperamos una continuación de la recuperación económica en los próximos trimestres que desembocaran en un año crucial para la política económica desde las reformas estructurales que serán necesarias comenzar a debatir y desde el manejo de los vencimientos de deuda.

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