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En las últimas horas el Ministro de Economía, Martín Guzmán, y el Directorio del BCRA anunciaron algunas medidas con el objetivo de “garantizar la recuperación económica”, según sus propias palabras. A continuación, se presenta un breve resumen de las mismas:

  • Sector agroindustrial
    • Se reducen las alícuotas de retenciones de forma transitoria tanto para las ventas al exterior de grano de soja como para sus principales derivados a partir de octubre y comienzan a subir nuevamente hasta enero.
    • Compensación a pequeños productores de soja
  • Sector industrial: modificamos el esquema de derechos y reintegros a la exportación:
    • Baja de los derechos de exportación de los bienes finales industriales a 0% y de los insumos elaborados industriales al 3%. En el caso de automotriz, la baja al 0% de bienes finales es solo para las exportaciones automotrices incrementales extra-Mercosur.
  • Sector minero
    • Reglamentación de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva que estableció un tope del 8% para los derechos de exportación de los metales.
  • Sector construcción: se enviarán al Congreso dos proyectos de Ley:
    • Bienes Personales: Exención durante tres años sobre los activos financieros que se apliquen a nuevas construcciones.
    • Impuesto a las Ganancias: Se difiere el pago del Impuesto a las Ganancias y del Impuesto sobre las Transferencias de Inmuebles correspondiente al aporte de un inmueble a un proyecto de construcción hasta el momento de finalizada o cobrada la obra.
    • Creación de Fondo Fiduciario de Cobertura y Promoción para brindar sustentabilidad al sistema de Crédito Hipotecario.
  • Política monetaria y cambiaria: la tasa de devaluación diaria pasará a tener una variación más marcada que en los últimos meses cuando estaba casi fija en un porcentaje que en términos mensuales implicaba un deslizamiento de entre 2,5% y 3% en la cotización del dólar. Al mismo tiempo, se implementaría un incremento de la tasa de pases.

Más allá de la multiplicidad de medidas sectoriales aisladas y sin mucho sentido integral dado el desafío macroeconómico que enfrenta la Argentina, se puede identificar muy claramente la intención del equipo económico. Luego de haber controlado y cerrado el acceso al mercado cambiario para gran parte de los agentes demandantes, ahora intentan de alguna forma incentivar el incremento de la oferta de divisas. La medida más importante para ello sería la reducción de 33% a 30% en las retenciones de porotos de soja durante octubre. Esta reducción, junto con la emisión de bonos dólar linked que haría Finanzas el próximo martes, buscaría incentivar a las cerealeras a liquidar exportaciones y poder resguardar los pesos recibidos ante un aumento del dólar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la reducción de 3 puntos porcentuales es un estímulo muy pequeño frente a la brecha que existe entre el “dólar soja” y los dólares libres que casi llega al 200%. Mientras que hasta ayer las cerealeras (y los productores) recibían $51 por dólar liquidado, con este cambio mejoraría hasta $53,5. Estos cambios podrían llegar a tener algún efecto sobre la liquidación de muy corto plazo, pero ninguno sobre las decisiones de la próxima siembra, ni la adopción de tecnología y, por lo tanto, en los niveles de producción de la próxima cosecha. Es decir que el equipo económico tiene como objetivo excluyente conseguir dólares en el corto plazo para que el BCRA deje de perder dólares y poder sostener el sendero del tipo de cambio oficial.

La reducción de las retenciones al sector industrial sí son permanente, por lo que el incentivo a la venta de producción industrial al exterior podría tener alguna mejora. Sin embargo, el sector industrial en términos netos es fuertemente deficitario en dólares por lo que para incrementar la producción de exportables necesariamente deberá incrementar las importaciones, lo que le traería complicaciones en el corto plazo al stock de reservas.

Por su parte el BCRA fue muy vago en su comunicado, y durante la jornada de hoy aceleró la tasa de devaluación (1% diaria) e incrementó hasta el 24% la tasa de pases. Este nivel de tasa continúa estando muy por debajo de la inflación y de la inflación esperada. Al mismo tiempo, los pases tienen una ponderación marginal en la estructura de tasas en la cual es mucho más relevante la tasa de Leliqs que se mantuvo sin cambios. De esta forma, la tasa de política monetaria ponderada por instrumentos pasó de 32,4% a 32,5% en el día de hoy: nada. Es decir que la relación entre las tasas en pesos y la tasa de devaluación está hoy más desarbitrada que ayer.

La economía argentina tiene un problema macroeconómico de una gravedad pocas veces vista. Un desequilibrio fiscal muy grande, financiado exclusivamente con emisión monetaria del Banco Central, que genera un desequilibrio monetario que presiona sobre el mercado de cambios y está limando las reservas del Banco Central. La herramienta más poderosa que tenía el equipo económico en el último tiempo para intentar (no exento de riesgos) manejar estos tres desequilibrios simultáneos era el diseño de un presupuesto que modifique las malas expectativas del sector privado.

En su lugar se presentó un presupuesto que sigue teniendo un déficit fiscal muy alto para la capacidad argentina, que será financiado en el mejor de los casos en un 60% con más emisión monetaria: se volcaría al mercado durante el año próximo 1,2 billones de pesos sobre toda la emisión que ya se hizo durante este año. Con este horizonte es muy poco probable que medidas sectoriales puedan ordenar lo que es tarea de un programa de estabilización macroeconómica.

A diferencia de otros momentos de la historia argentina, el problema del dólar hoy no es un problema de competitividad real o de que la economía local esté “cara” en relación al resto del mundo. El gobierno sigue pensando al mercado de cambios en clave “de tipo de cambio real de equilibrio” cuando el desequilibrio cambiario no es producto de un atraso real sino de un desborde fiscal-monetario, complementado con un nivel de desconfianza sobre el manejo político de la economía muy fuerte. Hasta el momento no hay indicios de que el equipo económico perciba esta diferencia sustancial para evitar una nueva crisis en el corto plazo.

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