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Luces y sombras en el mercado laboral

La desaceleración de la actividad económica, que se transformará en recesión entre el segundo y tercer trimestre del año, ya está impactando en el mercado laboral. Una fuerte desaceleración de la creación de empleo privado (y público) y una caída del salario real son las características en el plano laboral durante el primer cuatrimestre del año.

Mientras que, durante el segundo semestre del año pasado, se crearon unos 10 mil puestos de trabajo privados registrados (asalariados e independientes) por mes, durante los primeros cuatro meses del 2018 la creación promedio fue nula, con algunos meses positivos y otros negativos. En este sentido, mientras que el empleo asalariado aún muestra señales de crecimiento, aunque cada vez menor, los registros de monotributistas y autónomos está aportando los datos negativos (2.000 menos por mes). En este sentido, y teniendo en cuenta el resto de las variables, es esperable que en los próximos meses los asalariados se sumen a la tendencia de los independientes y no que ocurra lo inverso.

En términos sectoriales, los primeros números de caída del empleo se están registrando en el agro (fuertemente golpeado por la sequía) y la industria (incluyendo a la agroindustria), dos de los sectores que más empleo generan en el país. Con un peso relativo muy chico sobre el total, sin embargo, no hay que dejar de mencionar a dos sectores que aún muestran un muy buen dinamismo en términos de empleo con crecimientos acumulado en los primeros cuatro meses del 5,5%: pesca y minería.

Con respecto a la evolución de los salarios, la aceleración inflacionaria reciente generará una mayor pérdida de poder adquisitivo que, como ya se está anunciando, intentará ser moderada con reaperturas de paritarias. Esta caída en el salario real ya comienza a reflejarse en las estadísticas. En el mes de abril, y según informó el propio INDEC, los salarios privados registrados tuvieron un incremento interanual del 24,9%, los salarios privados no registrados crecieron un 23,7% acumulado en los últimos 12 meses y los salarios del sector público lo hicieron en promedio al 21,8%. Estos porcentajes implican caídas reales del 0,4%, 1,3% y 2,9% respectivamente, siendo los asalariados públicos los más afectados.

Empleo público vs. privado 

En este contexto de deterioro del mercado laboral, sin embargo, existe un factor positivo en un horizonte de mediano y largo plazo y que significa un cambio de tendencia respecto a los últimos años que sería muy positivo que se mantenga. Y que, en caso de que el sector público de todos los niveles (nación, provincias y municipios) cumpla con los compromisos asumidos en el Pacto de Responsabilidad Fiscal, debería continuar.

Si analizamos los números de empleo registrado de forma interanual, encontramos que el mes de abril fue el primer mes en muchos años en que la tasa anual de creación de empleo privado fue mayor que la de empleo público. Mientras que el empleo público creció un 1% respecto al mismo mes del año pasado, el empleo privado se expandió 1,4% marcando un cambio en la evolución de estas series que no se observaba al menos desde el año 2013.

Más allá del número específico esto implica un cambio conceptual importante si se considera que el empleo público ha sido utilizado en la última década como un mecanismo para disimular los problemas del empleo privado para generar empleo genuino. El inconveniente de esto es que hay un problema de inconsistencia intertemporal: mientras que este mecanismo puede ser un paliativo de muy corto plazo para que el desempleo no aumente, mayor empleo público implica en el mediano plazo un gasto público más grande que deberá recaer con mayores impuestos, mayor deuda o mayor inflación sobre el sector privado. Así, con este peso extra, el sector privado se encontrará con más dificultades que antes para generar empleo. Así, lo que parece una solución de corto plazo, en realidad es un agravamiento del problema en el mediano y largo plazo. Desde esta óptica, los datos de abril reflejan un cambio muy positivo y que sería deseable que se sostenga e incluso profundice (bajando aún más la generación de empleo público) en el tiempo.

Cuando se analiza la composición del empleo público, y si bien no se cuenta con datos desagregados para el año 2018, podemos pensar a la luz de los números del 2017 que el esfuerzo está siendo llevado a cabo por el gobierno nacional. El año pasado, la nación redujo en términos netos su planta de empleados en un 1,1% mientras que las provincias y los municipios en conjunto siguieron expandiéndola en aproximadamente un 2,1%. Es decir que, hasta el momento, la responsabilidad de ordenar una planta de empleo público sobredimensionada en los últimos años está siendo tomada únicamente por la Nación, aunque los otros niveles de gobierno al menos han reducido la tasa de crecimiento. Como se observa en el gráfico precedente, en el año 2013, la generación de empleo consolidado transcurría a una tasa anual del 7%, mientras que hoy se acerca al 1%.

Los meses que quedan por delante serán difíciles en cuanto a generación de empleo y salario real, pero dejar de utilizar al sector público para amortiguarlo, aunque tenga costos en el corto plazo será redituable en el mediano y largo plazo.


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