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¿La calma que antecede al huracán?

La brecha se ha vuelto la principal preocupación del gobierno, y hasta el momento, los esfuerzos habían sido en vano. Tras alcanzar una diferencia del orden del 134% entre la cotización oficial y el dólar contado con liquidación durante la tercera semana del mes de septiembre, las expectativas estaban completamente desalineadas y la inacción del gobierno ponía aún más presión sobre los tipos de cambio paralelos que continuaban al alza.

La primera decisión llegó de manera conjunta, en un alineamiento entre el Ministerio de Economía, el Banco Central y la Comisión Nacional de Valores, entendiendo que la acción que logre anclar las expectativas debía ser global, sin embargo, los resultados fueron magros. El 19 de octubre, mediante un mismo comunicado, se anunció que la CNV dispondría una reducción a 3 días en todos los períodos de permanencia vigentes de valores negociables (parking). El Banco Central derogó el punto 5 de la Comunicación A7106, que establecía que los no residentes no podrán concertar en el país ventas de títulos valores con liquidación en moneda extranjera, otorgándole mayor liquidez al mercado de venta del dólar financiero local. Complementariamente, el Ministerio de Economía anunció una licitación por US$ 750 millones para los días 9 y 10 de noviembre, bajo el supuesto de que son los fondos de inversión extranjera los que ponen presiones para salir hoy de activos locales y que su salida en moneda dura, dejaría de poner presión a los tipos de cambio paralelos.

De todas maneras, esto no convenció al mercado, que continuó presionando sobre la compra y solo el Banco Central se mostró como oferente relevante. Para paliar este fenómeno, se volvieron a combinar dos estrategias. En primer lugar, la entidad monetaria comenzó a subir la tasa de interés en pesos. Al tiempo que desarmó parte de la posición de Leliqs y bajó la tasa de política monetaria (38% a 36%), aumentó la ponderación de los pases pasivos, en los que aumentó su tasa en casi 3 puntos. Esto llevó a que, en términos ponderados, el aumento de la tasa fuera de solamente 1 punto porcentual, es decir, muy poco atractivo para el mercado, sobre todo en un contexto de muy baja demanda de dinero. La segunda parate de la estrategia, consistió en la venta de títulos públicos por parte de organismos públicos, como la ANSES, que, si bien se observaron posiciones vendedoras en la operatoria de mercado, aún no es posible determinar el número preciso de cuál fue el monto total de esas ventas. Esto llevó a que, al cierre de la semana, la brecha perforara el 100%, ubicándose en torno a 94%. Logrado parcialmente el objetivo de corto plazo, resta analizar si por delante este esquema luce sostenible para continuar reduciendo la distancia entre el dólar oficial y sus paralelos.

El hecho positivo de esta semana se dio el día martes, tras la colocación de diversos instrumentos en los que el Tesoro Nacional logró recaudar $ 254.671 millones frente a vencimientos durante esta semana por $ 108.700 millones correspondientes a pagos de amortización e intereses de distintos instrumentos de mercado. De este modo, durante octubre la Secretaría de Finanzas obtuvo fondos por $ 420.583 millones que permiten finalizar el mes con un financiamiento neto positivo aproximado de $ 250.000 millones, lo que representa un ratio de refinanciamiento de vencimientos del 246%, siendo el mayor rollover del año. Cabe destacar que los instrumentos de mayor demanda fueron aquellos de cobertura cambiaria e inflacionaria. El primer instrumento, dollar linked, abarcó el 50% del total de la licitación, con un vencimiento de largo plazo (abril de 2022), mientras que el restante monto colocado correspondió a bonistas que priorizaron un vencimiento de corto plazo, con cobertura inflacionaria por un total de $ 74.000 millones (un 30% de la licitación total).

A su vez, el Tesoro Nacional busca demostrar al mercado una señal de ordenamiento monetario dado que anunció que cancelará $ 100.000 millones en adelantos transitorios tras ya haber cancelado previamente $ 24.780 millones, sobre un total de $ 508.000 millones girados en el año.

Sin embargo, pese a que el camino es correcto, la intensidad de las señales es aún muy escasa y parece que cualquier señal del equipo económico en este contexto de alta desconfianza se muestran como insuficientes para paliar el poco atractivo que hay por instrumentos locales, tanto para actores residentes como no residentes. El Banco Central sigue siendo el principal oferente de dólares en el mercado cambiario y en octubre se vendieron casi US$ 1.000 millones, pese a todas las restricciones a los compradores de dólar ahorro y las recientes restricciones de las SIMI (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones). Incluso, la venta de dólar futuro supera los US$ 6.600 millones, monto que se ubica por encima del total de ventas permitido por parte del BCRA (US$ 5.000 millones). A pesar de ello, la curva de dólar futuro marca una tasa de interés implícita al mes de abril cercana al 80%, priceando un ritmo de devaluación más acelerada de aquí en adelante.

 

Cabe destacar que uno de los “pilares” del sostenimiento de este esquema en los números del gobierno es que el superávit comercial acota la presión sobre el mercado cambiario a diferencia de lo que ocurriría en otro contexto de pérdida permanente de divisas. En el mes de septiembre, el superávit fue de poco más de US$ 500 millones, contrastando notablemente contra los meses inmediatos anteriores, en el cual el superávit era del triple. Esta dinámica se dio a partir de un aumento de las importaciones (3,1% anual) y una profundización de la caída de las exportaciones (18% anual), muy consistente con el aumento permanente de la brecha y el aumento de las expectativas de devaluación, que invita a los importadores a acelerar sus compromisos y a los exportadores a retener sus ventas.

No solamente cabe poner el foco en el flujo, sino también en el stock. Las reservas internacionales brutas finalizaron el mes por debajo de US$ 40.000 millones, y las reservas netas (descontados el Swap, los DEG y encajes) ya se ubican cerca de los US$ 1.200 millones, mientras que las reservas líquidas netas son actualmente negativas en poco más de US$ 2.000 millones, por lo que el margen de acción es cada vez menor.

A este contexto se suman no solos las necesidades financieras para este año, sino las del año próximo, en los cuales el gobierno planea financiar casi el 60% del total via emisión monetaria. Para el cierre de este año, estimamos que el Tesoro deberá conseguir financiamiento por más de $ 630.000 millones, mientras que para el año próximo el déficit total alcanzará cerca de 6,7% del PBI, es decir, un número muy elevado para la capacidad de colocación de deuda local y para el nivel de emisión que se sumaría a la ya ejecutada este año.

Los sucesos del mes de noviembre parecen ser claves para poder dilucidar un escenario más claro hacia adelante. En primer lugar, la licitación de US$ 750 millones en un contexto muy desfavorable para que Argentina salga al mercado, con 1.500 puntos de riesgo país, permitirán notar cuan factible es una nueva colocación hard dollar el año próximo, que permite descomprimir las colocaciones a nivel local. Por otro lado, al mismo tiempo, arribará a nuestro país una nueva misión técnica del Fondo Monetario Internacional, con pautas para establecer un nuevo programa que exigirá cambios en las políticas económicas actuales. Dos eventos que podrían devolver la confianza o terminar de quebrarlas.

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