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Cuando hablan las urnas…

El resultado de las elecciones primarias fue muy claro y seguramente será mayor la contundencia en octubre: Cambiemos se consolidó como una verdadera fuerza política capaz de gobernar el país, algo que no ocurría por fuera del peronismo desde el año 1985 con la convalidación del “alfonsinismo” en las primeras elecciones legislativas de aquel entonces.

Los hechos más relevantes que dejaron los resultados de este domingo fueron:

  • El afianzamiento territorial a lo largo y ancho del país de la fuerza política oficialista. Se ganaron provincias gobernadas en este momento por el Partido Justicialista y que habían mostrado resistencia en el 2015, como son los casos de Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, San Luis y la icónica Santa Cruz. A su vez, se reafirmaron los triunfos en Jujuy, Mendoza y Córdoba que habían sido bastiones para el cambio de gobierno en 2015.
  • El aplastante triunfo de la versión reducida de Cambiemos (sin la UCR) en la Capital Federal. Si bien era el distrito asegurado, el 50% alcanzado por Elisa Carrió amplificó la victoria y, al ser una figura política de alcance nacional, irradió sus efectos más allá de la General Paz.
  • El empate entre Esteban Bullrich y Cristina Fernandez en la provincia de Buenos Aires. Si bien podría no parecer una buena noticia un empate, es una gran noticia para el gobierno ya que todas las encuestas proyectaban una victoria de la ex presidente de entre 2 y 5 puntos. Este resultado despeja los temores de algunos sectores de la sociedad acerca de un “inminente regreso” del Cristinismo.

La respuesta del mercado

Todo el nerviosismo que expresó el mercado en las semanas previas a la elección pareció disiparse en las primeras horas del lunes. La cotización del dólar pasó de ser contenida por el BCRA, con ventas de más de 2.000 millones de reservas en las dos semanas previas a los comicios, a caer más del 3,5% entre el lunes y el martes con ausencia absoluta de cualquier intervención oficial. De igual manera, en el mercado de futuros, los contratos a diciembre que llegaron a negociarse a $19,47 se redujeron casi un peso y están en la zona de los $18,50. Aparentemente las expectativas de devaluación se disiparon.

 

 

Este martes vencieron 540.000 millones de pesos en Lebacs, las cuales fueron renovadas en su gran mayoría, y la demanda se desplazó notoriamente hacia letras de mayor plazo.

El riego país, que llegó a marcar más de 450 puntos básicos hace pocos días, volviendo a los registros de principio de año y haciendo desaparecer toda la mejora del año, cayó casi un 10% como consecuencia del atractivo por la deuda argentina ante la convalidación del proyecto económico de Cambiemos.

Lo mismo pudo observarse en relación a la renta variable. El apetito por los papeles de empresas que cotizan en bolsa impulsó el índice Merval que también ganó cerca de un 10% en pocos días en relación a los mínimos registrados la semana pasada. Con este impulso post-electoral el índice registró un nuevo máximo histórico y quedó a pocos puntos de llegar a los 23.000, luego de un mes y medio de estancamiento y oscilación en valores promedios inferiores a los 22.000 puntos. El buen desempeño de las acciones argentinas no se limitó al mercado local, sino que los ADRs en la bolsa de Nueva York tuvieron un impulso de igual magnitud.

 

 

En resumidas cuentas, el resultado del domingo fue tomado con el mayor de los optimismos por parte del mercado. El temor a un mal resultado electoral que complique el desenvolvimiento y la continuación del programa económico para los próximos dos años de Mauricio Macri se disipó, así como también el temor al regreso del proyecto político y económico del Kirchnerismo.

Perspectivas hacia 2019

Pero más allá de la reacción inmediata por parte del mercado al resultado dado por las urnas, lo importante es pensar en las consecuencias de este apoyo popular al actual gobierno para lo que resta del mandato de Macri e incluso más allá.

El hecho de que la fuerza gobernante haya sido convalidada por el voto en un contexto económico de corto plazo aún difícil hace pensar en un voto de mediano y largo plazo, algo que se creía improbable por parte de muchos analistas políticos y sociales. Habría que remontarse muchos años en la historia para encontrar un caso de victoria electoral junto con un proceso de reacomodamiento de precios relativos, tipo de cambio relativamente libre, políticas de reacomodamiento del gasto público y una política monetaria claramente contractiva.

Esto habilita al gobierno a dar continuidad con su programa de reordenamiento de la economía que comenzó hace 20 meses, y que aún queda mucho por llevar a cabo. Hubiera sido muy costoso para el gobierno (y poco estimulante) poder continuar con la revisión de tarifas, el reordenamiento del gasto, la apertura económica, y la lucha contra la inflación si se hubiera hecho sentir mayoritariamente un descontento social.

Pero con esta nueva etapa que comienza para el gobierno, a la continuación del reordenamiento de la economía se le suma un desafío más ambicioso. El gobierno debe (y puede) pasara a una segunda etapa, al mismo tiempo que no acaba con la primera. Esta etapa tiene que ver con reformas de carácter más estructural que comiencen a sentar las bases para la posibilidad de un crecimiento sostenido en el tiempo. De manera concreta podríamos identificar tres reformas que debería poder sacar antes del 2019: la reforma tributaria, la reforma laboral y la reforma previsional.

Las dos primeras tienen que ver directamente con la necesidad de lograr un sistema tributario y un mercado laboral más eficiente, simple y flexible. Que en lugar de ser un obstáculo para el desenvolvimiento de las actividades económicas privadas sea un estimulante. Por otro lado, la reforma previsional debe lograr resolver, o al menos atenuar, su problema de insostenibilidad. Casi la mitad del gasto público nacional se destina hoy al pago de jubilaciones y pensiones. Debido a al propia naturaleza de los cambios en la esperanza de vida de las personas y también al diseño de la ley de actualización de las jubilaciones, el sistema está condenado a representar cada vez un mayor peso sobre los recursos públicos, siendo una especia de espada de Damocles sobre el equilibrio fiscal intertemporal. Es imprescindible lograr un resultado fiscal sostenible intertemporalmente tanto para dotar de mayor estabilidad a la economía como así también para no depender tanto de la oferta de financiamiento externo.

En definitiva, el gobierno debe hacer honor a su nombre y comenzar a cambiar instituciones que están fuertemente arraigadas en el sistema socioeconómico argentino pero que han quedado obsoletas. El triunfo o no de estos objetivos será lo que realmente definirá si el gobierno de Mauricio Macri es un gobierno de transición o de transformación.

 


 

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